Estos peces, tienen unas proteinas anticongelantes capaces de protegerles de la congelación de la sangre. Sin embargo, hasta ahora ha estado poco claro cómo actúan dentro de los peces.
La investigación actual se centró en las glicoproteínas anticongelantes del pez antártico Dissostichus mawsoni, que uno de los colaboradores estadounidenses, Arthur L. Devries, había pescado él mismo en una expedición antártica. Él y su equipo ya se dieron cuenta de que la proteína tiene un importante efecto sobre las moléculas de agua a su alrededor, hasta una distancia considerablemente grande.
Equipos especializados han sido capaces de demostrar que las moléculas de agua se mueven de un modo especial, más ordenado, en presencia de estas proteínas.
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